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Las patentes se plantean como la formula más eficaz para
proteger el conocimiento.
Las empresas para conseguir el retorno económico del
esfuerzo de sus investigaciones, y las Universidades para conseguir transferir
los avances a la sociedad de la que efectivamente se sustentan económicamente.
En cuanto a las investigaciones que se realizan en la
empresa privada, podemos apreciar que no siempre el objetivo es ampliar el
bienestar de la sociedad, y mucho menos el principal, que en esencia es el
beneficio económico. Estos avances e investigaciones que se realizan desde la
empresa privada, aseguran a través de las patentes su explotación económica. Es
el caso de las farmacéuticas, que financian investigaciones que buscan las
mejores fórmulas químicas para los pacientes. Este proceso puede provocar
varias perversiones. La más evidente es la relacionada con el tema que nos
ocupa, las patentes. En mi opinión las cuestiones de salud pública deberían de
estar gestionadas desde los estados, para que el fin último fuese el mayor
beneficio social, y no el beneficio económico, objetivo final de las empresas
en general y también de las farmacéuticas.
Y no solo las cuestiones de salud están sometidas a esta fórmula
de protección y registro del conocimiento. Cuestiones como la alimentación
también se someten a este sistema. Es el caso de la multinacional estadounidense
Monsanto, que tiene patentadas varios tipos de semillas. Esto les permite
engullir el cultivo tradicional de miles de agricultores, y en ocasiones
demandar a los agricultores que pudiesen estar utilizando sus semillas sin
pagar sus cuotas. Son cuestiones que afectan directamente a la vida de las
personas, la alimentación, la salud… O por ejemplo el caso de la empresa Myriad
Genetics, que aparece en el apartado “Patentar vida”. Una empresa privada tiene
en propiedad dos genes implicados en el cáncer de ovarios y mama. Se tuvo que
pelear con organizaciones civiles para poder explotar los beneficios económicos
de este desarrollo médico…
Es por esto que el sistema de patentes se ve sometido a dos
intereses bien distintos. Como se comenta en “¿Merece la pena patentar?”, por
un lado está el interés del inventor y por otro lado está el interés de la
sociedad en general. En muchas ocasiones se crean empresas alrededor de
desarrollar investigaciones, que den como fruto un descubrimiento a partir del
cual se pueda comercializar un producto, y de esta manera generar el beneficio
económico. Si se tiende a este tipo de investigación, los avances científicos
estarán muy alejados de mejorar la vida de la sociedad. En cambio si se
tendiese a la financiación pública de investigaciones científicas, sería la
propia sociedad la que regulase sus precios y además se podría beneficiar de
los beneficios económicos que se desprendiesen de su venta.
Un lío lo de las patentes, en efecto.
ResponderEliminarBuen trabajo.